Con dos guerras civiles devastadoras que ensombrecen su imagen moderna, a menudo se olvida que Liberia fue la primera república africana en proclamar su independencia, una hazaña que logró en 1847. Aún más impresionante es el hecho de que esta pequeña nación, fundada por un grupo advenedizo que alentaba a los afroestadounidenses libres a emigrar a África, fue capaz de mantener su soberanía frente a la intensa colonización europea, que en el momento en que terminó, dejó casi el 90 por ciento de la masa continental total del continente en manos de potencias extranjeras.
Estos son motivos de orgullo para los liberianos de hoy, y se exhiben en el Museo Nacional de Liberia. La institución se encuentra en una antigua mansión ejecutiva en el centro de Monrovia que fue dañada y saqueada durante las dos guerras civiles, pero que posteriormente ha sido mejorada y reparada con la ayuda de la UNESCO.
Si bien gran parte de la colección del museo fue robada por los rebeldes y los lugareños que explotaron el caos de la Segunda Guerra Civil de Liberia, quedan varios artefactos clave, entre ellos una mesa de comedor de 250 años de antigüedad que la Reina Victoria le regaló a Joseph Jenkins Roberts, el primer presidente de Liberia.
Hoy en día, la planta baja del museo cuenta con una impresionante colección de instrumentos musicales, máscaras y otras artesanías que proporcionan una fuerte introducción a las tribus y tradiciones indígenas del país, mientras que los pisos segundo y tercero son una crónica de la fundación, los desafíos y los éxitos del país, incluyendo la reciente epidemia del Ébola.