El turismo de última oportunidad está afectando nuestros destinos favoritos

La idea de viajar a lugares que están en peligro por el cambio climático se ha convertido en una tendencia creciente conocida como "turismo de última oportunidad". Si bien esto puede parecer una forma de generar conciencia sobre las crisis ambientales, también plantea preguntas éticas sobre el impacto que tenemos en estos destinos vulnerables. En este artículo, exploraremos las complejidades de esta forma de turismo, sus consecuencias y la forma en que podemos abordar el deseo humano de ver lo que está desapareciendo.

El turismo de última oportunidad: un fenómeno en auge

El turismo de última oportunidad se refiere a la práctica de visitar lugares que están en riesgo de desaparecer debido a la crisis climática. Este fenómeno, acuñado por la profesora canadiense Jackie Dawson, resalta cómo los viajeros se sienten atraídos por la necesidad de experimentar estos destinos antes de que sean irrevocablemente alterados o destruidos.

Desde glaciares que se están derritiendo hasta ciudades históricas amenazadas por el aumento del nivel del mar, la motivación detrás de este tipo de turismo es tanto un impulso emocional como una búsqueda de autenticidad. Pero, ¿qué significa realmente visitar un lugar antes de que se acabe?

Un arma de doble filo

La urgencia de "verlo antes de que se vaya" refleja un reconocimiento implícito de la vulnerabilidad y fragilidad del medio ambiente. M. Jackson, glacióloga y exploradora de la National Geographic Society, explica que esta tendencia puede llevar a la reflexión sobre nuestra relación con la naturaleza. Sin embargo, también puede transformar el entorno en un objeto de consumo.

Las consecuencias de este turismo son variadas:

  • Puede inspirar defensores del medio ambiente y destinar fondos a esfuerzos de conservación.
  • Contribuye a la educación sobre el impacto del cambio climático.
  • Puede convertirse en un ítem de lista de deseos, trivializando la devastación ambiental.

La profesora Regina Scheyvens advierte que el turismo sostenible va más allá del medio ambiente; también implica asegurar que la economía local se beneficie y que las comunidades amenacen con albergar turistas. Si una región es etiquetada como un destino de "última oportunidad", puede que sus residentes tengan preocupaciones más urgentes que atender a los viajeros.

Visitando entornos en riesgo

En algunos casos, visitar destinos en riesgo puede hacerse de manera menos perjudicial. Por ejemplo, se ha observado un aumento en el turismo en la Gran Barrera de Coral, donde los buceadores responsables no causan más daño al ecosistema, especialmente si viajan desde lugares cercanos. Sin embargo, el impacto ambiental sigue siendo significativo.

A medida que más personas se sienten atraídas por glaciares y áreas de hielo, las infraestructuras turísticas muchas veces no están preparadas para el aumento de visitantes. La creciente popularidad de la "turismo criosférico" ha llevado a una afluencia de turistas a lugares como los glaciares de Islandia, donde la erosión del paisaje se convierte en un problema debido a la multitud de visitantes.

El calentamiento global y su impacto cultural

Los efectos del calentamiento global no solo se limitan a los ecosistemas naturales; también están amenazando sitios culturales e históricos en todo el mundo. Por ejemplo, más del 90% de los sitios del Patrimonio Mundial de la UNESCO en el Mediterráneo están en riesgo. Las ciudades emblemáticas como Venecia y Dubrovnik enfrentan el peligro de la erosión costera y las inundaciones.

Venecia, en particular, ha sido víctima de "acqua alta", eventos de mareas altas que ocurren con frecuencia en invierno. Con un futuro incierto, se estima que la ciudad podría estar parcialmente sumergida para 2150 si no se toman medidas adecuadas.

Además, el Mar Muerto, un sitio de importancia religiosa, está perdiendo aproximadamente un metro de agua al año, afectado por el cambio climático y la extracción de recursos. La situación es alarmante y requiere atención inmediata para evitar una crisis ambiental y cultural.

La tragedia de los comunes

La ironía del turismo de última oportunidad radica en que, a medida que más personas viajan a estos destinos climáticamente vulnerables, se emiten más gases de efecto invernadero, acelerando así el calentamiento global. Esta tensión nos obliga a enfrentar una verdad incómoda: no hay una manera "sin culpa" de viajar a lugares que están desapareciendo.

Es esencial que los viajeros minimicen el daño, asegurándose de que las comunidades locales se beneficien del turismo. La profesora Scheyvens enfatiza que el respeto hacia las comunidades es fundamental; no podemos ignorar sus necesidades y deseos.

Algunas estrategias para reducir el impacto del turismo incluyen:

  • Elegir destinos menos concurridos y más sostenibles.
  • Optar por visitar lugares cercanos en lugar de volar largas distancias.
  • Pasar más tiempo en menos destinos para reducir la huella de carbono diaria.

Dejar ir y conservar

La experiencia de visitar un lugar como el lago Kachess, ahora casi desprovisto de agua, invita a reflexionar sobre la pérdida y la necesidad de proteger lo que queda. Este deseo de conservar lo que amamos se enfrenta a la realidad de que muchos de estos lugares están en una trayectoria de desaparición.

El desafío radica en encontrar un equilibrio entre el deseo de ver y la necesidad de proteger. Si decidimos visitar estos destinos, debemos comprometernos a hacer nuestra parte para que permanezcan para las futuras generaciones.

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