Descubre la serenidad al recorrer los senderos del Sinaí en Egipto

El Sinaí egipcio es un lugar que evoca tanto maravilla como misterio, un paisaje de montañas escarpadas y desiertos que parece no tener fin. En su extremo sur, se encuentra Sharm El Sheikh, famoso por sus impresionantes sitios de buceo, lujosos hoteles y vibrante vida nocturna. Al norte, la más tranquila Dahab ofrece un respiro del bullicio de la ciudad costera, pero el resto de esta península triangular, una región más extensa que Suiza, permanece en gran parte inexplorada. Flanqueada por el mar Mediterráneo al norte y los dos golfos del Mar Rojo al sur, el Sinaí es un lugar donde la naturaleza y la historia se entrelazan de maneras fascinantes.

El Sinaí tiene un profundo significado espiritual para las tres principales religiones monoteístas: el Islam, el Cristianismo y el Judaísmo. La historia del Éxodo comienza con Moisés huyendo hacia el Sinaí, donde encuentra la zarza ardiente y recibe el mandato divino de liberar a los israelitas de la esclavitud. En este entorno sagrado se ubica el Monasterio de Santa Catalina, que se encuentra a los pies del monte Sinaí, conocido localmente como Jebel Musa. Este monasterio, el más antiguo en funcionamiento continuo, alberga manuscritos sagrados e íconos de gran valor. La tribu Jebeliya, que ha protegido este sitio sagrado durante siglos, añade una capa adicional de historia y cultura a la región.

Una experiencia auténtica en el Sinaí

En mi primera excursión por el Sinaí hace cuatro años, mi familia y yo partimos de nuestro hotel en Dahab en plena noche para llegar al Monasterio de Santa Catalina, comenzando nuestra ascensión de tres millas al monte Sinaí a la una de la mañana. La subida culminó en un amanecer espectacular, pero la experiencia espiritual se vio empañada por la multitud de personas en la cima. Sin embargo, esta vez todo sería diferente.

En esta ocasión, me uní a un viaje de senderismo y camping organizado por una empresa local, que ofrece un enfoque más auténtico y personalizado. Bajo la guía de Ahmed Mousa, un joven emprendedor de la tribu Jebeliya, exploramos senderos poco conocidos donde apenas nos encontramos con otras personas. Mousa comparte su amor por el Sinaí, destacando no solo su belleza natural, sino también su rica herencia cultural. Su empresa, Sinai Hikes, proporciona un acceso único a la historia y tradiciones de esta región, combinando senderismo con la exploración de la vida local.

Un viaje inolvidable comienza

Mi aventura comenzó con un vuelo de una hora desde El Cairo hasta Sharm El Sheikh, seguido de un viaje en furgoneta de tres horas hasta Santa Catalina. Para asegurarme una buena noche de descanso antes de la caminata, opté por llegar la noche anterior y alojarme en Fox Camp, un sencillo hotel que se encontraba entre el pueblo y el monasterio. Al despertar por la mañana, me di cuenta de que había tomado la decisión correcta; el lugar estaba lleno de viajeros cansados que llegaban en autobús justo a tiempo para el desayuno.

El primer día de nuestra travesía abarcó 12 kilómetros de senderismo, ascendiendo el monte Abbas. En este trayecto, admiramos los picos de montaña desgastados por el tiempo, que contrastaban con el cielo azul. Nos detuvimos a disfrutar de la belleza del paisaje y a descansar con frecuencia. Durante la subida, visitamos a Um Saad, una mujer de 72 años de la tribu Jebeliya que vive en las montañas, rodeada de sus cabras. Su vida es un testimonio de la conexión de la gente local con esta tierra, y su respuesta a nuestra curiosidad fue simple: "¿Por qué habría de irme?".

La riqueza cultural del Sinaí

El monte Abbas lleva el nombre de Abbas Helmy I, el gobernador de Egipto y Sudán en el siglo XIX, quien soñó construir un palacio en la cima, aunque nunca se completó. Desde su cumbre, las vistas panorámicas de los picos montañosos y el pueblo de Santa Catalina son impresionantes, un recordatorio del rico patrimonio de esta zona. También se puede observar el controvertido "Gran Proyecto de Transfiguración", que busca desarrollar la región con hoteles de lujo y nuevas infraestructuras turísticas, lo que ha suscitado preocupaciones sobre la preservación del sitio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

A medida que descendíamos, el almuerzo estaba listo, y la mezcla de platos locales como ensalada, baba ganoush, hummus, pan baladi, dátiles, manzanas y bananas fue muy bien recibida por el grupo. Continuamos nuestra caminata de 4 kilómetros hasta llegar a nuestro campamento, donde ya estaban montadas las tiendas y un acogedor espacio alrededor del fuego. Al caer la noche, disfrutamos de una cena de sopa y pollo asado, todo bajo un cielo estrellado que brindaba una paz indescriptible.

Exploración de la flora y fauna locales

El segundo día comenzó con el aroma del café recién hecho por Mousa, seguido de un desayuno generoso que incluía pan beduino recién horneado. La caminata de ese día, de aproximadamente 11 kilómetros, nos llevó al monte Naaga, un pico menos conocido que requería un poco de destreza para sortear las rocas. A medida que avanzábamos, dividimos al grupo, permitiendo que algunos descansaran bajo la sombra de un higo, mientras otros alcanzaban vistas espectaculares del sendero de trekking del Sinaí.

Al llegar a nuestro campamento, que pertenecía al abuelo de Mousa, un experto en hierbas y plantas locales, tuvimos la oportunidad de conocer a Dr. Ahmed Mansour, quien ha dedicado su vida a enseñar sobre la medicina herbal. Su conocimiento era una ventana a las tradiciones locales que han persistido a lo largo de los años, y su legado continúa en la educación de las futuras generaciones.

Un legado cultural en peligro

Al día siguiente, disfrutamos de otro tipo de pan beduino, llamado libba, que se cocina bajo las brasas. Después de una breve caminata fuera del valle, nos dirigimos al monasterio, cuya importancia se ha reconocido a nivel mundial. Este lugar es un testimonio no solo de la devoción religiosa, sino también de la historia artística, ya que alberga manuscritos y obras de arte de gran relevancia. También visitamos a Selema Gabaly, una mujer beduina que ha empoderado a muchas mujeres a través de la creación de artesanías.

El regreso a El Cairo fue un contraste chocante. La tranquilidad de las montañas se desvaneció rápidamente mientras esperábamos en un control de seguridad. El bullicio de la ciudad, con mensajes de WhatsApp y bocinas de coches, me hizo reflexionar sobre el impacto que el entorno tiene en nuestra paz mental. Esa experiencia en el Sinaí, rodeado de naturaleza y cultura, me dejó con el deseo de regresar a la serenidad de esta tierra mágica.

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